Los virus, hoy considerados frontera entre los seres vivos y la materia inerte, no son capaces de vivir ni de reproducirse si no es parasitando células, a las que ocasiona su destrucción.
A diferencia de las bacterias, los virus siempre son nocivos y provocan enfermedades tan comunes como la gripe, el catarro, el sarampión, la viruela, la varicela, la rubéola, la poliomielitis, el SIDA (VIH), la hepatitis, etc.
El ozono actúa sobre ellos oxidando las proteínas de su envoltura y modificando su estructura tridimensional impidiendo así, que el virus pueda unirse a ninguna célula hospedadora por no reconocer su punto de anclaje, y al encontrarse desprotegido no puede reproducirse y muere.