Desde finales del siglo XIX, investigadores han estudiado las propiedades del ozono afirmando, que es un potente desinfectante y un antiséptico altamente efectivo, con la gran ventaja que más allá de encontrarse en la naturaleza, puede ser generado con las condiciones estudiadas y deseables.
Con el paso del tiempo fue extendiéndose su uso e implementándose con gran eficacia en muchos ámbitos, domésticos, empresariales e industriales donde es necesario el tratamiento de aire y agua mediante esta gran herramienta.
El ozono tiene la principal ventaja de su alta capacidad de penetración, al tratarse de un gas, puede expandirse en un espacio cerrado y alcanzar zonas que no se alcanzarían con otras técnicas de desinfección.